Por Lic.
Cristina Blake **
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Torre de la Luna Creciente, Dubai. |
La
presencia de la luna en la literatura y, particularmente, en la literatura
argentina para niños manifiesta su carácter de universal en dimensiones poliédricas de significados. Según Raymond
Williams un universal es un elemento
permanente, importante de la naturaleza y de la condición humana, que permanece
pero a la vez se modifica por situaciones históricas específicas. Entonces, un universal
es “la figura específica a partir de la cual podemos extrapolarnos razonablemente,
o, inversamente la figura específica concentra e intensifica una realidad mucho
más general” (1997: 121).
La luna
como universal literario se instala a lo largo del tiempo en todos los géneros:
canciones de cuna, poesías, obras dramáticas, cuentos, novelas, microrelatos,
libros-álbum para manifestar representaciones y sentidos particulares. Por eso,
comparte características comunes en sus atributos de ser luz, blancura,
sabiduría, marcador del tiempo y de otro espacio, aunque algunas veces sea hora
para los enamorados, posibilidad para lo clandestino, para lo secreto y la
rareza, o espacio inalcanzable pero visible para el hombre.
Al recorrer
textos sobre lunas en nuestra literatura argentina para niños identificamos diferentes
dimensiones de su poder que nos permiten resignificarla simbólicamente. La
ubicamos como indicio de la noche y de
entrada a otra realidad en el cuento “El usurpador de la luna llena” de Beatriz
Ferro (2004) o en Noche de luna llena
de Laura Devetach (2011). En cambio, surge como presencia oportuna que incita sueños y despierta nuevos deseos en El ratón que quería comerse la luna de
Laura Devetach (1999) y en A la rumba
luna de Silvia Schujer (2008). Se transforma en personaje en el libro-álbum ¿Y
la luna dónde está? (2008) de Didi Grau o es un espacio mítico en El pececito
que vino de la luna de Graciela Cariello (2012) donde en noches de luna
llena por un rayo descienden peces al Río Paraná para bañarse pues en la luna
no hay ríos. En otros textos, la luna es tiempo
como en A la luna en punto (2000) de
Elsa Borneman o en “Mirar la luna” (2001) de
Adela Basch, oportunidad para la magia, para arriesgar aventuras, para lo
clandestino, para generar transformaciones. En otros casos la luna es mito y deidad como en Oliverio junta
preguntas de Silvia Schujer y en La
luna lleva un silencio (2010) de María Cristina Ramos.
Por lo
tanto, la luna como alegoría tiene una presencia permanente y dinámica por su eficacia
simbólica la cual se sostiene al tensionar un pensamiento “lógico” que aspira a
que la realidad le entregue un sentido, con un pensamiento “imaginario” que
desborda interpretaciones y sobrecarga de sentido la realidad.
De
alguna manera, todos buscamos nuestra propia luna y una manera de buscarla
pueda ser conocer la que Liliana Bodoc se animó a calificar como La mejor luna (2007) una que hallaron tres
amigos: Pedro, el viejo pintor y amigo de Juan; Juan, el niño amigo de Melina;
y Melina, la gata amiga de la luna. En este enlace de amistades, la luna es
indicio, signo, símbolo y agente de unión entre los tres.
Estos
textos nos invitan a imaginar las lunas de tantos personajes y autores, así
como a transitar el desafío de inventar una, que por ser la propia se
transformará en nuestra mejor luna.
* Fragmento de la ponencia “Sobre lunas” realizada en el Panel del III Congreso Internacional de Literatura para Niños: Producción, Edición y Circulación. Primera Edición Binacional Buenos Aires y Santiago de Chile organizadas en Simultáneo Biblioteca Nacional (Arg) / Auditorio Facultad de Educación (Chile); 11 y 12 de octubre 2012.
**Cristina Blake es Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Especialista e investigadora en Literatura argentina para niños y en Didáctica de la Lengua y la Literatura. Dicta conferencias, seminarios, cursos y talleres tanto en Argentina como en el exterior. Entre otras publicaciones es autora de La narración en la literatura y en otros discursos sociales y de Poéticas para la infancia ( en co-autoría).
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Textos referidos:
Basch, Adela (2001). "Mirar la luna" en Saber de otras galaxias y otros cuentos. Bs. As Editorial Norma.
Bodoc, Liliana (2007). La mejor luna. Bs. As.: Grupo Editorial
Norma.
Bornemann, Elsa (2000). A la luna en punto. Bs. As.: Alfaguara.
Cariello, Graciela (2012). El pececito que vino de la luna. Bs. As: Colihue.
Devetach, Laura (2006).
Noche
de luna llena. Córdoba: Comunicarte.
--------------------(1999). El ratón que quería comerse la luna. Bs.
As: Sudamericana.
Ferro, Beatriz (2004). El usurpador de la luna llena. Bs. As:
Grupo Editorial Norma.
Grau, Didi (2008). ¿Y la luna dónde está? Bs. As.:
Ediciones del Eclipse.
Ramos, María Cristina (2010). La luna lleva un silencio., Bs. As.:
Aique.
Schujer, Silvia (1989). Oliverio junta preguntas. Bs. As.: Sudamericana.
------------------ (2008). A
la rumba luna. Bs. As.: Alfaguara.
Williams, R. (1980).
Marxismo
y literatura. Barcelona: Península [Trad. al español
por Di Masso, P.].
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