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29 de noviembre de 2013

Sobre Lunas*



Por Lic. Cristina Blake **
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Torre de la Luna Creciente, Dubai.

La presencia de la luna en la literatura y, particularmente, en la literatura argentina para niños manifiesta su carácter de universal en dimensiones poliédricas de significados. Según Raymond Williams un universal es un elemento permanente, importante de la naturaleza y de la condición humana, que permanece pero a la vez se modifica por situaciones históricas específicas. Entonces, un universal es “la figura específica a partir de la cual podemos extrapolarnos razonablemente, o, inversamente la figura específica concentra e intensifica una realidad mucho más general” (1997: 121).

La luna como universal literario se instala a lo largo del tiempo en todos los géneros: canciones de cuna, poesías, obras dramáticas, cuentos, novelas, microrelatos, libros-álbum para manifestar representaciones y sentidos particulares. Por eso, comparte características comunes en sus atributos de ser luz, blancura, sabiduría, marcador del tiempo y de otro espacio, aunque algunas veces sea hora para los enamorados, posibilidad para lo clandestino, para lo secreto y la rareza, o espacio inalcanzable pero visible para el hombre. 

Al recorrer textos sobre lunas en nuestra literatura argentina para niños identificamos diferentes dimensiones de su poder que nos permiten resignificarla simbólicamente. La ubicamos como indicio de la noche y de entrada a otra realidad en el cuento “El usurpador de la luna llena” de Beatriz Ferro (2004) o en Noche de luna llena de Laura Devetach (2011). En cambio, surge como presencia oportuna que incita sueños y despierta nuevos deseos en El ratón que quería comerse la luna de Laura Devetach (1999) y en A la rumba luna de Silvia Schujer (2008). Se transforma en personaje en el libro-álbum ¿Y la luna dónde está? (2008) de Didi Grau o es un espacio mítico en El pececito que vino de la luna de Graciela Cariello (2012) donde en noches de luna llena por un rayo descienden peces al Río Paraná para bañarse pues en la luna no hay ríos. En otros textos, la luna es tiempo como en A la luna en punto (2000) de Elsa Borneman o en “Mirar la luna” (2001) de Adela Basch, oportunidad para la magia, para arriesgar aventuras, para lo clandestino, para generar transformaciones. En otros casos la luna es mito y deidad como en Oliverio junta preguntas de Silvia Schujer y en La luna lleva un silencio (2010) de María Cristina Ramos.

Por lo tanto, la luna como alegoría tiene una presencia permanente y dinámica por su eficacia simbólica la cual se sostiene al tensionar un pensamiento “lógico” que aspira a que la realidad le entregue un sentido, con un pensamiento “imaginario” que desborda interpretaciones y sobrecarga de sentido la realidad. 

De alguna manera, todos buscamos nuestra propia luna y una manera de buscarla pueda ser conocer la que Liliana Bodoc se animó a calificar como La mejor luna (2007) una que hallaron tres amigos: Pedro, el viejo pintor y amigo de Juan; Juan, el niño amigo de Melina; y Melina, la gata amiga de la luna. En este enlace de amistades, la luna es indicio, signo, símbolo y agente de unión entre los tres.

Estos textos nos invitan a imaginar las lunas de tantos personajes y autores, así como a transitar el desafío de inventar una, que por ser la propia se transformará en nuestra mejor luna.  


* Fragmento de la ponencia “Sobre lunas” realizada en el Panel del III Congreso Internacional de Literatura para Niños: Producción, Edición y Circulación. Primera Edición Binacional Buenos Aires y Santiago de Chile organizadas en Simultáneo Biblioteca Nacional (Arg) / Auditorio Facultad de Educación (Chile); 11 y 12 de octubre 2012.

**Cristina Blake es Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Especialista e investigadora en Literatura argentina para niños y en Didáctica de la Lengua y la Literatura. Dicta conferencias, seminarios, cursos y talleres tanto en Argentina como en el exterior. Entre otras publicaciones es autora de La narración en la literatura y en otros discursos sociales y de Poéticas para la infancia ( en co-autoría). 





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Textos referidos:


 
Basch, Adela (2001). "Mirar la luna" en Saber de otras galaxias y otros cuentos. Bs. As             Editorial Norma.

Bodoc, Liliana (2007). La mejor luna. Bs. As.: Grupo Editorial Norma. 

Bornemann, Elsa (2000). A la  luna en punto. Bs. As.: Alfaguara.

Cariello, Graciela (2012). El pececito que vino de la luna. Bs. As: Colihue.

Devetach, Laura (2006). Noche de luna llena. Córdoba: Comunicarte.

--------------------(1999). El ratón que quería comerse la luna. Bs. As: Sudamericana.

Ferro, Beatriz (2004). El usurpador de la luna llena. Bs. As: Grupo Editorial Norma.

Grau, Didi (2008). ¿Y la luna dónde está? Bs. As.: Ediciones del Eclipse.

Ramos, María Cristina (2010). La luna lleva un silencio., Bs. As.: Aique.

Schujer, Silvia (1989). Oliverio junta preguntas. Bs. As.: Sudamericana.

------------------  (2008). A la rumba luna. Bs. As.: Alfaguara.

Williams, R. (1980). Marxismo y literatura. Barcelona: Península [Trad. al español por Di Masso, P.].








12 de octubre de 2013

Bienvenida

"Círculos en movimiento" por Catalina Blake



LiterArte para crecer se abre como un espacio donde deseamos que puedan converger las voces de educadores, mediadores, especialistas, críticos, ilustradores, diseñadores, plásticos, escultores, músicos, actores y todos aquellos que estén interesados en compartir, intercambiar y saber más acerca de la literatura y otros lenguajes artísticos. 


Este campo estético alberga a la literatura para niños y a toda expresión artística que se piense con, para y desde el niño. Por eso imaginamos del otro lado a un destinatario múltiple y sin edad:  desde los niños a los  adultos que se inquietan acerca de las relaciones entre la cultura y la infancia. 

Cuando las personas estamos creciendo tanteamos, intentamos, nos ponemos a prueba, nos sorprendemos, revisamos recorridos, volvemos a mirar con ojos nuevos, atesoramos lo anterior, nos animamos y nos dejamos fluir en ese cambio. Para quienes como nosotras hace años que estudiamos, formamos y bregamos por este seguir fluyendo, esperamos que LiterArte para crecer sea otro lugar donde encontrar claves y mejores formas de crecer y de cambiar a través de un contacto fecundo y frecuente con diversos objetos estéticos: los reconocidos, los legitimados y los que aún aguardan una oportunidad para ser transitados. 

De ahí que abrimos este blog para dar a conocer y para dar a saber lo que la literatura y el arte en general encienden entre quienes no podemos ocultar su potencia. 

Bienvenidos a todos!!!!!
                                                                   

  

Para los que “seguimos creciendo”

   


Por Cristina Blake

Iris Rivera en el ciclo literario organizado por la Editorial Mil Botellas ha declarado: “… yo escribo para personas que están creciendo…”. Esta manera de delinear a sus lectores literarios nos resulta acorde para pensar en los habitantes de este blog como aquellos que apuestan a una relación entre la cultura y la infancia, más allá de sus edades. Así, LiterArte para crecer es un lugar que como todo espacio se define por quienes lo habitan, en este caso, los que quieren seguir creciendo entre palabras, imágenes, sonidos o toda forma de sentido que genere puentes para estar desde nuestro lugar en uno nuevo.


Esta posibilidad de pasaje y de cambio es la que se potencia en toda expresión artística y reencontramos con un caudal simbólico poco frecuente en Baldanders donde cobra vida ese personaje fantástico que Jorge Luis Borges en colaboración con Margarita Guerrero recoge en El libro de los seres imaginarios. Entre la pluma de Iris Rivera y el pincel de Tania De Cristóforis la bella Baldanders se redimensiona como puro fluir, como puro cambio que en sus pasajes mutantes encuentra a un otro que la contiene, la libera y la acepta sabiendo que su esencia es “no permanecer”.


Como un canto al tiempo indómito este texto nos interpela a construir un nuevo pacto de lectura y un nuevo pacto con el arte: seguir creciendo es apostar a fluir en el cambio. En ese ethos, en esos pactos, nos prolongaremos en este blog.





Textos referidos
  •  Borges, Jorge Luis y Margarita Guerrero (colaboradora) (1978). El libro de los seres imaginarios.  Bs. As.: Emecé Editores.  
  • Rivera Iris y De Cristóforis, Tania (2012). Baldanders. San Isidro: Macmillan.
























Jorge Luján y Mandana Sadat: habitar la poesía




 Por Carolina Mathieu

“Cuando la casa es feliz, el humo juega suavemente encima del tejado”- escribe la voz de Gastón Bachelard. Y feliz se vuelve la cita cuando resuena sobre las ilustraciones de Mandana Sadat en Tarde de Invierno .

He aquí un poema de Jorge Luján[1] que, bajo la investidura de libro-álbum, se nos ofrece con toda la potencia estética del lenguaje plástico y verbal para deleite de los lectores que no nos detenemos en restricciones de edad a la hora de “seguir creciendo”.

Texto e imágenes se fusionan cual díada para delinear – desde sus propios territorios- el decir y la mirada de una infancia soñada: un niño ( ¿o una niña ?) nombra su hacer en el dibujo del juego de los primeros trazos, acaso de los primeros pasos y las primeras palabras que ,con sus huellas, abrigarán para siempre la exactitud de la confianza.

Felices, en el tejido de lo íntimo, evocaremos el calor de la casa que alberga, que nutre, que anida, que abraza.

Tarde de invierno se me antoja invitación a habitarse, a leerse, a hacerse uno con la magia del arte para crecerse allí adentro y echar a andar.





[1] Poema que-en prosa-aparece en el  poemario Palabras manzana .


Textos citados:
-Bachelard, Gastón (2000). La poética del espacio. Bs. As: FCE.

-Luján ,Jorge (2010). Palabras Manzana. Bs, As: Aique.

-Luján, Jorge y Sadat, Mandana (2011). Tarde de invierno.Zaragoza: Edelvives.







Mi Jardín






Por Antonela Mannina


Una vez alguien me preguntó a qué sitio vamos para saber acerca de nosotros mismos, y en “Mi Jardín”, el libro álbum de los franceses Zidrou- Pourchet, recordé la respuesta. Porque los autores nos invitan a habitar un topos íntimo pero a la vez por todos conocido: un jardín, el propio, que abunda en sabores y perfumes de infancia, que es el de hoy y el que fue ayer. Un jardín que desde el pasado, desde lo latente, instala una experiencia potente y singular, ya que nos hace sentir por momentos solos y pequeños como hormigas, con las angustias color otoño de la vida adulta, y en otros, múltiples y gigantes, poderosos y vivaces como niños.

Con una caja de tesoros llena de secretos y un pedacito de cielo cual relicario, recorremos el imaginario de un niño-adulto (vale también adulto-niño), para volver a las formas de lo uterino, resistirnos a caer en la trampa de crecer y metamorfosearnos y, finalmente, descubrir-nos en ese viaje que nos mira de frente y nos obliga a mirar más allá, tomar coraje, abrir el baúl, sacar una flor nostálgica y saludar a mamá desde un barco de papel.

Poesía en las palabras y elaborada ilustración se combinan para hacer foco en la encrucijada de los tiempos, a medio camino entre el que fuimos y el que somos, con la consciencia de que sin eso que fuimos, jamás hubiéramos llegado a este preciso punto de nuestro ser. Una provocación al deleite y la reflexión profunda.


Charla y café con Iris Rivera

Por Camila Vassaro 


Mi acercamiento a la literatura infantil fue lento. Venían  a mí diferentes libros pero yo los solía archivar en el último estante de la biblioteca. Los alejaba, alejaba a sus narradores, a sus ilustradores… Tal vez lo hacía por temor: no saber cómo usarlos, cómo leerlos, cómo verlos o tocarlos.
Recién como alumna de la facultad me acerqué a ese mundo mediante y gracias a la compañía de Cristina. Junto a ella llegué a mi primer cuento infantil El club de los perfectos de Graciela Montes con el que decidí no separarme más de la literatura para niños. Enseguida  entendí que necesitaba un mediador para valorar una literatura que todavía hoy suele ser desprestigiada .Comencé a sentir que mi crecimiento personal más importante se había fundado a partir de ella.
Esos libros que constituían el último estante de mi biblioteca se transformaron entonces en generadores de encuentros. Con ellos conocí la voz de Carolina– quien recitaba los poemas de Jorge Luján haciéndolos suyos- y la mirada de Antonela que no perdía detalle de las ilustraciones que acompañan ese lenguaje  que hoy nos une. Y fueron aquellos libros los que también  me llevaron al encuentro con Iris Rivera, con su cocina literaria.
En el marco de las V Jornadas de Poéticas de la Literatura Argentina para niños relizadas en la ciudad de La Plata, advertí la  presencia de Iris  durante la lectura de ponencias prestando su oído a las interpretaciones de Antonela sobre Oche Califa y a mis reflexiones sobre el docente como mediador literario en la Escuela Inicial. Luego, el encuentro con ella, café por medio: buena ocasión para expresarle el cariño que sentíamos hacia ese texto suyo que nos enlazaba, Baldanders. Iris  nos habló del título vinculado al ser mitológico hecho de cambios- y de la ilustración del libro.  Se centró en la fotografía con la que termina, la que –según ella- debía expresar la sensación de un cambio continuo a pesar de la contradicción que implicaba y  que la ilustradora Tania De Cristóforis supo resolver “muy bien y sorprendentemente” al convertir los cabellos de su Baldanders en desbordes del libro. También hizo hincapié en las agujas del reloj que ajusta el personaje masculino de la historia –finalmente convertido en gato-  para que no giren más. Expresó algunos interrogantes que le surgieron: “¿con qué las ajustaría?”, “¿de dónde sacaría herramientas?”.  El problema fue solucionado también por la ilustradora –luego de varios intentos- con el baldecito azul que vemos junto a las mutaciones del personaje a lo largo del libro. Iris se mostró muy interesada por las ilustraciones que acompañan la publicación de sus textos.
La charla continuó y  pasamos de hablar de su literatura a  compartir experiencias sobre el docente como mediador literario.
Fue emocionante conocer a Iris y sentir cómo el mundo de la palabra literaria me había trasladado al mundo de la ilustración y a la cocina de sus manos, de su  alma y de su calidez. Nuevamente sentí que mi mundo de anaqueles infantiles me seguía construyendo como persona.


Ilustración: Tania De Cristóforis