1-LA
NIÑA DE ROJO
Por Prof. en Letras Jorgelina Guzzo*
Con La niña
de rojo, historia e ilustraciones de Roberto Innocenti y escrito
por Aaron Frisch, nos acercamos a una lectura del cuento tradicional
“Caperucita Roja”, adaptado a un contexto nuevo, actual y contemporáneo.
El libro comienza
con la voz narrativa de una abuela, que va a “tejer” un relato a un grupo de
niños que la acompañan. Este relato enmarca otro por esta presencia que
aparenta ser virtual, ya que brilla con luz propia y tiene un tamaño especial,
como si se tratara de un holograma.
La narración se
inicia en un bosque, en este caso de cemento, gris y triste, donde habitan
seres alienados que viven su vida sin relacionarse socialmente .
Por este bosque
transita Sofía, quien siguiendo los pasos de la Caperucita clásica se lanza a
la aventura de recorrerlo cargando con el mandato materno de no salirse del
camino ni hablar con extraños.
Durante su viaje
es acechada por las variadas tentaciones que le ofrece el camino: vidrieras,
propagandas, magia, música, gente. Sofía camina velozmente tratando de no
distraerse, pero es difícil, hay colores, imágenes, todo un mundo que la cerca,
caótico, desigual y peligroso. Su “mochila” le pesa, recuerda las palabras de
su madre y camina. Pero cede a la tentación y, en este caso, se sube a la moto
de un desconocido. Un supuesto cazador bueno que aparece cuando ella está en
medio del peligro.
Con él parte
tranquila, pero le dura poco. El ahora cazador la abandona y, como el lobo de
Perrault, al dejarla, acorta el camino. Mientras, Sofía camina por el
propio hacia la seguridad de la casa de su abuela.
Las imágenes que
siguen (casi sin texto), son de una contundencia impactante: la moto – la casa
cerrada – el motoquero, ahora transmutado en lobo – la policía. Por otro
lado, una mamá sola, en la noche, que espera…
El libro respeta
los elementos básicos del hipotexto conocido (la abuela enferma, el bosque
oscuro, el lobo malo, la nena de rojo) pero les da un giro:
adolescencia de hoy, en la "selva" de cemento, expuesta a los
peligros actuales.
A través de
imágenes cargadas de indicios y sugerencias- coloridas, atrapantes, seductoras
y repletas de vida- se actualiza el texto clásico, a la vez que se abren nuevas
lecturas colmadas de efectos y gradaciones simbólicas para los lectores de hoy.
El relato
propone dos finales: uno, el de Perrault, donde se cierra el relato enmarcado
con esa abuela que ya ha tejido una chalina larga; y otro, el final
propuesto explícitamente como una salida “mágica”, imaginada, fuera ya del
marco del relato que nos acerca la versión de los hermanos Grimm y donde tiene
lugar una posible lectura optimista, porque “no todos los finales tienen que ser los
que nos acaban de contar…, a veces, las estrellas pueden brillar más… cuanto
más oscura sea la noche”.
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Noviembre 2013
Los dilemas de Petit
Por
María Virginia Andino
En Petit, el monstruo de Isol asistimos a los dilemas y a la
confusión de un niño sobre lo bueno y lo malo que hay en él: es malo en
matemáticas pero bueno en lengua, cuida mucho sus juguetes pero no quiere
prestarlos ¿Bueno para nada? ¿Malo para todo? Petit piensa acerca de sí mismo y
sospecha que es una especie de monstruo. Finalmente, advierte también en su
madre esta ambivalencia, el ser buena y mala a la vez… ¿será que viene de
familia?
Con el sello inconfundible de
Isol, el humor y la profundidad van de la mano. Este libro-álbum es una
síntesis genial entre el texto y las ilustraciones que son marcadores de esa
dualidad, especialmente, con las sombras del personaje que se trasmutan entre
las de un benévolo conejo y un maligno lobo, hasta que Petit se halla a sí
mismo y refleja su propia sombra. Petit, el
monstruo pone en juego lo claro y lo oscuro presente en cada uno de nosotros,
adorables monstruitos.
Texto referido
Isol (2013). Petit, el monstruo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Calibroscopio.
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Octubre 2013
Próximo destino: el universo de Jimmy Liao
Por
Valeria Allegrucci
“En una mañana lluviosa
en que viajar puede ser ir hacia el sol” (Cristina Siscar)
Los
libros llegan a nosotros para abrirnos mundos, para cautivarnos con una frase o
una imagen, para descolocarnos y a veces se vuelven un misterio con el que cada
lector se enfrenta. Una lectura no termina cuando cerramos un libro, es allí
justamente donde comienza la aventura, el abismo, la literatura. Nos enamoramos
de los libros, como de las personas, de algunos gestos, de algunos momentos. Hace
tiempo le regalé este pequeño tesoro a una amiga que venía de un viaje largo y
que por aquel entonces seguía buscando su pedazo de bosque. Así fue la primera
vez que me encontré con este escritor e ilustrador taiwanés a través de “La
piedra azul”, editado por Fondo de Cultura Económica.
Este
libro-álbum, donde las palabras y las imágenes se complementan para producir un
sentido, puede ser la entrada al fabuloso mundo de Liao. Una historia que
parece simple pero se va haciendo múltiple, que nos hace detener en los
colores, los personajes, los movimientos, lo diminuto y bello de una pincelada.
Nos habla de un tiempo circular, de lo que vuelve, lo que guardamos, de la
necesidad de olvidar, a veces para poder recordar. Así comienza: Pasaron diez mil años, mil años, cien años,
diez años y un año más.
Una
piedra azul es dividida en dos y debe abandonar el lugar conocido, comenzar el
viaje. Se transforma en muchas cosas para sobrevivir, se hace fuerte y aunque extraña
su pedazo de bosque sospecha que quizá, el verdadero hogar y el amor están en
su corazón y a donde vaya lo llevará consigo y encontrará una tierra donde
quedarse, donde ya no sienta frío ni se sienta sola. Esa tierra puede ser una
mirada, un abrazo o una conversación que nos abriguen. Liao nos habla del amor,
la nostalgia, el paso del tiempo y la soledad pero también este libro es una
metáfora sobre el crecer y dejar atrás un mundo para trazar nuestro propio camino.
*Liao,
Jimmy (2006). La piedra azul. México:
FCE.
*Siscar,
Cristina (1987). Reescrito en la bruma. Bs.
As.: Per Abatt.
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